Entonces supe que me querías;
cuando tus brazos fueron refugio,
Cuando fue tuya la pena mía
y cada luna fue compartida,
cada mañana y cada día,
y huyó la muerte despavorida.
La dueña, aquella, ya no sería,
de los engaños, ni las calumnias,
de los chantajes, ni tus angustias;
junto a tu vida; la vida mía.
Y así, el tormento, que ya se iba
con los pesares; vio nuestra dicha
por el sendero, enamorados,
juntas las manos, juntos, la vida....
juntas las manos, juntos, la vida....
de Ercilia Morales Verdaguer
1.6.2018
1.6.2018
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